domingo, 19 de mayo de 2013

Arte poética, Paul Verlaine


La música ante cualquier cosa,
y para eso preferí el Impar,
más vago y más capaz de volar,
porque en él nada pesa, nada posa.

También es mejor si elegís
con cierto desprecio tus palabras:
no hay nada como la canción gris
donde lo Ambiguo y lo Preciso cuadran.

¡Son bellos ojos tras los velos,
es la gran luz que tiembla a mediodía,
es, una noche de otoño, el cielo
azul revuelto por estrellas frías!

¡Queremos el Matiz de nuevo,
no el Color, nada más el matiz!
¡Ah, solo el matiz une de raíz
la flauta al corno y el sueño al sueño!

Huí de la Agudeza asesina,
de la Risa impura y del Calambur,
que hacen llorar a los ojos del Azur,
¡y de todo ese ajo de baja cocina!

¡Retorcele el cuello a la elocuencia!
Viene bien, en tren de energía,
moderar la Rima a conciencia.
Si no, ¿hasta dónde llegaría?

¡Quién dirá los daños de la Rima!
¿Qué chico sordo o qué negro loco
forjó esa joya que vale tan poco
y suena hueca bajo la lima?

¡La música de nuevo, sin temores!
Que sea tu verso algo que vuela,
huyendo de un alma que anhela
otros cielos y otros amores.

Que sea tu verso la buenaventura
dispersa en el viento crispado
que va oliendo a menta del prado...
Y todo el resto es literatura.



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